Ir al Restaurante Lera era un sueño gastronómico desde hace algún tiempo y la oportunidad perfecta surgió a la vuelta de nuestras vacaciones del verano de Coronavirus 2020. Ese viaje veraniego comenzó en El Bohío en Illescas, pasamos por la Ribera del Duero, Las Médulas, Somiedo hasta llegar a Cangas de Onís. Por el camino restaurantes como Mannix, Abadía Retuerta, El Capricho, Casa Marcial y Güeyu Mar. Cenar en Restaurante Lera y pasar la noche allí, parecía un fin de fiesta maravilloso para esos días en familia, como así fue.
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El Hotel Restaurante Lera en Castroverde de Campos
Habíamos pasado la mañana en Oviedo, y en nuestro camino de vuelta a casa, hicimos esta parada estratégica en Castroverde de Campos. Es cierto que teníamos que desviarnos unos kilómetros de nuestra ruta, pero, que son unos kilómetros si vas con la ilusión de cenar en el templo de la cocina de caza. Tantas cosas había leído y oído del Restaurante Lera y las emocionantes palabras de Gonzalo Torres en el documental “De la vida al plato”, resonaban en mi cabeza: un lugar donde todo lo que sucede es mágico, el templo de la caza del siglo XXI, el sabor de la naturaleza en la mesa… y claro, las expectativas eran máximas.
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Antes de aposentarnos en nuestras habitaciones, dimos un pequeño paseo por el pueblo. Castroverde de Campos representa como ninguno la España vaciada, y por eso tiene aún más mérito el Restaurante Lera. Esto no está cerca de nada. No está de paso de nada. Aquí hay que venir a propósito. El pueblo no llega a los 300 habitantes, pero mantiene el legado de un pasado importante, que se vislumbra con la Iglesia de Santa María Del Río y la Iglesia de San Nicolás.

El Hotel Lera
Como ya he comentado, por la zona no hay nada cerca, así que sobre todo, si vas para la cena, se hace imprescindible reservar habitación para dormir. Teníamos reservadas dos habitaciones dobles para los cuatro. Las habitaciones son perfectas para pasar la noche, espaciosas y cómodas. El único problema es que, si vas en verano, las habitaciones no están preparadas para el excepcional calor que hizo esos días por la zona. Un hotel familiar, con un encanto especial, y dónde a los pocos minutos ya te sientes parte del lugar. El precio de la habitación doble es de 68€ noche, a lo que habría que añadir 14€ por persona si quieres desayuno, que seguro querrás, pero te lo cuento más adelante.


Nuestra cena en el Restaurante Lera
Al tener habitación en el mismo restaurante y estar a gusto como en casa, la tentación de bajar a cenar casi en pijama es alta. Antes de la cena pudimos charlar unos minutos con Luis Lera. Parece un tipo rudo, pero tras cruzar las primeras palabras, descubres un tipo encantador, hospitalario y humilde. Me llamó la atención verlo interesado por saber porqué habíamos acabado allí y sorprendido al ver su restaurante, situado en medio de la nada, lleno cada día. Luis Lera y su restaurante son quizás más conocidos y su cocina tiene más repercusión de la que él mismo imagina. Y es que estábamos muy ilusionados, acabábamos de ver, unos días antes, el documental sobre Lera, de la serie “De la vida al plato”, donde se refleja con emoción lo que significa para la gastronomía el restaurante Lera.
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El menú del restaurante Lera
El día de nuestra visita a restaurante Lera tenían un menú corto por 76€ y uno más largo por 109€. El primer menú son 10 pases y al largo hay que sumarle 4 más. Nosotros solemos elegir el menú largo allá donde vamos pero en esta ocasión no pudimos. Por el tipo de cocina del Restaurante Lera, lo ideal es ir para comer, pero por nuestra organización de viaje fuimos para cenar. Entre eso, que la cocina es contundente, que llevábamos una semana gastronómica fuerte y que habíamos comido cachopo ese día, el menú corto fue más que suficiente. Incluso renunciamos a los quesos, y eso que ratones como nosotros hay pocos. Como el menú no incluía algunos de los platos icónicos de Lera, nos pusimos en manos de Luis y de su jefe de sala para que nos adaptaran el menú para poder probar todo lo que ellos consideraron imprescindible para hacer un viaje por su cocina.
Para comenzar
Una de las señas de identidad del restaurante Lera son sus escabeches, y por ello comenzamos con la pechuga de faisán escabechada con comino, a modo de aperitivo, y con el escabeche de codorniz y conejo. Maravillosa también la pierna de ciervo asada con crema de ajo nuevo y encurtidos.



Luego llegó un plato escandaloso, las trompetas con salsa de trufa blanca y papada ibérica. ¡Casi se me saltan las lágrimas! Y con el huevo con caracoles ya rompí a llorar del todo. Brutal el momento de desparramar el huevo, y que toda la yema fluida se mezclara con ese guiso con caracoles, jamón y chorizo, y comerlo todo fusionado. Aún se me ponen los pelos de punta.


Las legumbres
Uno no se va del Restaurante Lera sin tomar su plato de legumbres. Primero un inmaculado pedazo de foie en escabeche se planta delante de ti, y luego, Luis Lera, cucharón en mano, lo arropa con mimo con unas lentejas con pato azulón. Sublime y glorioso se quedan cortos. Por si fuera poco, Luis te deja allí la cazuela, por si quieres repetir y te pongas lo que quieras. Y repetí, y por eso digo que al restaurante Lera hay que ir mejor para comer.



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El pichón del Restaurante Lera
El pichón del restaurante Lera es icónico, uno de los motivos de desviarte de tu ruta y pasar la noche aquí, y algo que hay que probar una vez en la vida, porque a partir de entonces ya nada será igual. Sobran las palabras, hay que ir a Lera y probarlo.



Y antes de los postres, un plato que nos deja las sensaciones en todo lo alto y que refleja a la perfección lo que es el restaurante Lera, caza, tradición, innovación y perfección. Se trata de la pechuga de perdiz, guiso tradicional de perdiz y melocotón osmotizado con tomillo. ¡Estratosférico!

El momento postre
El postre del menú de esa noche era la ensalada de limón y melón con aceitunas y helado de tomillo limonero. A mi mujer le pareció una buena opción, fresco e ideal para desengrasar la opípara cena. Pero yo tenía en mente otra cosa, y no me quería ir de Lera sin probar la tarta de queso con helado de leche de oveja. No es una tarta de queso de esas que tan de moda están de punta caída, y ni falta que le hace, porque está increíble. Y el helado de leche de oveja que la escolta, lo pongo al nivel del mitificado de Etxebarri, poca broma.


Creo que no existe un lujo mayor que terminar de cenar en un lugar como el Restaurante Lera, y estar en dos minutos en la cama. Pero ese lujo aún puede ser multiplicado, si cuando te despiertas, puedes estar desayunando, en el mismo restaurante, en otros dos minutos.

El desayuno del Restaurante Lera
Si quieres disfrutar del desayuno de Lera te costará 14€ por persona y te prometo que merece la pena. Agradecer que no nos cobraron el desayuno de los niños, aunque comieron más que nosotros. El desayuno consiste en un fantástico embutido de Bolaños, con pan tostado, tomate y AOVE. El café o las infusiones no faltan, y el zumo de naranja natural tampoco.

El pan, además de con el tomate y el aceite, perfecto para el embutido, lo puedes untar de una buena mantequilla y añadirle mermeladas caseras de naranja o frambuesa. Y para los más golosos, un selección de pastas tradicionales y magdalenas muy ricas.


Descansados, con el estómago lleno, el corazón también, pero de emociones y el cerebro de recuerdos, emprendíamos el camino de vuelta a casa, con la seguridad de haber pasado por un lugar único e irrepetible. Luis Lera dice que intentan que todo el mundo, por un rato, forme parte de su familia, y sin duda lo consiguen. ¿Conoces el Restaurante Lera? No dudes en dejar tu comentario y a ¡COMER, VIAJAR Y NADA MÁS!
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